Para todas las rapaces se pueden distinguir dos técnicas muy generales para su adiestramiento; debido a si están improntados o son parentales
Improntar o troquelar: se improntan o apegan con aquello que ven de pollos, considerándolos sus padres. A la vez se puede realizar dobles improntas, por ejemplo con el hombre y sus hermanos, de esta manera en un futuro valdrán para formar parejas con ejemplares de su misma especie y también como ejemplar para donante voluntario si es macho o para inseminación voluntaria si es hembra.
Parentales: son aquellos pollos criados enteramente por sus padres, y solo reconocen a estos como su especie. Se puede realizar parentales socializados, son pollos criados por sus padres y a la vez el criador entra en el recinto diariamente eliminando de los pollos el miedo natural al ser humano.
Pollos de halcones improntados.
El carácter de cada individuo viene marcado sobre todo e inicialmente por el tipo de crianza. Al contrario de lo que pudiéramos pensar o que ocurre con otras especies de animales, con las rapaces criarlas a mano sin los necesarios conocimientos puede ser la peor decisión, obteniendo un indeseable amigo que lo único que querrá es agarrarte con sus garras cualquier parte de tu cuerpo para exigirte la comida diaria. Por el contrario si usas un buen método-técnica obtendrás un inseparable amigo y muy agradecido.
Para adiestrar o mejor dicho, criar para luego adiestrar una rapaz y sacar la parte positiva, siempre tienes que tener sumo cuidado en como le das de comer. No te pueden asociar con la comida, si es bueno estar junto al pollito en todo momento, acostumbrarle a que vea de todo, para que cuando sea mayor y quieras volarlo no se asuste de coches, caballos, motos, gente con paraguas, bolsas, y un largo etcétera. Por eso es muy bueno echar muchas horas de pollito para luego estar tranquilo toda la vida del ave. La alimentación se les tiene que dar sin que te vean, bien con luz apagada le dejas la comida en su platito dentro de su nido y al alejarte enciendes la luz, con caperuza, con un separador, como sea pero que no crea que eres la fuente de comida. Por eso en el adiestramiento es muy necesario no llamarle al puño, sino al señuelo, porque está alejado de tí...
Crianza Campestre Controlada (CCC) con dos híbridos de Halcón Gerifalte x H. Sacre con doble impronta.
"Artículo publicado en la revista Top Cetrería"
Crianza Campestre con Azores
Una tarde de invierno, de esas que huelen a cetrería, estábamos varios amigos volando pájaros, en concreto era el turno de un macho de Peregrino Escocés de nombre Galo, el cual solía hacer las delicias de todos cuantos lo veían con sus espectaculares vuelos. Como solemos decir aquel pájaro era una máquina y como tal funcionaba sin el menor despiste; mediante el imaginario y siempre tembloroso abrazo de despedida se retira la caperuza y una mirada despierta y seria observaba todo su alrededor confirmando la zona y su seguridad para seguidamente y sin titubeos, salir batiendo eléctricamente las alas para comenzar a subir rápidamente y colocarse a unas alturas que muchas veces costaba saber si lo teníamos encima de no ser por el inestimable receptor. Aquel pájaro parecía un ejemplar a todas luces sano y muy fuerte, hasta que en esta tarde de invierno y mientras Galo subía para coger su maravilloso techo, observamos a unos 500 metros a otro macho de peregrino que le acababa de intimidar a un Ratonero, el cual huyó hacía los árboles para quitárselo de encima. Este ejemplar salvaje en ese momento se encontraba a unos 60 metros de altura y nuestro Galo a unos 200 metros, pues lo que pasó a continuación nos dejó a todos los presentes sin habla; mientras Galo continuaba subiendo como sólo un Halcón “Maestro” sabe, el ejemplar salvaje tras dejar al asustado ratonero tomó la dirección de Galo y todos pensamos que a donde iría ese loco…pobres ilusos… lo mismo debió de pensar Galo pero con otro significado cuando vio al verdadero halcón subiendo como un misil teledirigido hacía él, a una velocidad increíble de la cual no pudo escapar ya que aún hoy cuando lo recuerdo le calculo casi tres veces más rápido al salvaje que al “Maestro”. El desenlace acabó de la peor manera, era tal la velocidad que llevaba el salvaje en la subida que literalmente acuchilló de abajo a arriba al pobre Galo, el cual sólo emitió un tímido chillido mas de susto que de dolor. Seguidamente el ejemplar silvestre se marchó como si ya nada fuera con él. Una vez abajo, pudimos observar que le había originado un corte de varios centímetros en medio de la quilla, el cual tardó bastante tiempo en curar dada la mala localización del daño.
Esta y otras experiencias
similares entre aves de cetrería y ejemplares silvestres o de
campo, siempre me han hecho creer que nosotros sólo entorpecíamos a nuestras aves, que apenas aprovechábamos un pequeño porcentaje de su tremenda
capacidad de vuelo, así que me propuse dedicar mucho
mas esfuerzo y tiempo a muscular a las aves para conseguir algo mas de ellas.
He utilizado un sinfín de técnicas y la mayoría van bien, siempre y cuando
se combinen técnicas denominadas explosivas
(ejercicios de respuesta rápida y vuelo más o menos corto para potenciar la salida, verticales a
diferentes alturas, con pesos como muñequeras, cadenas o cuerdas o
sin pesos, etc.), con técnicas de fondo (vuelos a la
tira con diferentes inclinaciones y distancias, globos o cometas, escapes
largos, persecución de coches, etc.), pero aún así seguía creyendo que podían dar mucho más.
Creía haber volado algún pájaro fuerte hasta que hice la primera crianza campestre
controlada (CCC) , con un macho de Azor Finlandés de nombre Gas, el cual
permaneció aproximadamente 3 meses en
este estado de semi-libertad. Era tan increíble su forma de volar, su
potencia, su estilo, etc., que no quería cogerlo para empezar con la
cetrería clásica, por que realmente estaba disfrutando más viéndolo así.
Han pasado unos pocos años desde esa primera crianza campestre y ya no concibo una
primavera sin azores o halcones, o ambos,
sobrevolando mi casa y los alrededores. La experiencia es tan
enriquecedora como la cría o a la propia caza, y si
antes se decía que a través de la cría con esa ave que tantas buenas
jornadas nos ha dado, se cerraba el círculo y uno se podía llenar de orgullo, creo que deberíamos sumarle la crianza campestre tanto de parentales como
de improntados para rematarlo.
10 de julio; con dos hembras y
un macho de híbridos Gerifalte x Sacre y un
macho de azor en crianza campestre, me llegan dos machos de azor (albidus x
buteoides) de un buen amigo. Todavía no sabía como lo iba a hacer pero me había comprometido a hacerles la crianza campestre y, esta vez,
a los dos al mismo tiempo, y con varios pájaros más.
Nada
mas llegar saqué de los trasportines a
Rubio y Vicentín y los pasé cada uno a su “nido” y con él a la terraza a tomar el sol, con su platito de
comida picada, que desde ese momento nunca les faltará hasta que estén emplumados.
Los nidos son bandejas de tiesto de PVC, de las que se utilizan como bañera, forradas con césped artificial, los uso como nidos externos
para jardín y como medio de transporte, ya que nunca cojo
con las manos a los pollos para moverlos de un sitio a otro, sino que se lo
acerco y les hago retroceder suavemente, así suben y les puedo llevar a su recipiente, en mi
caso grandes cajas de plástico transparentes
con césped alto en la base para que siempre defequen
en los laterales y las heces se queden debajo, de esta manera nunca se manchan
las plumas y con pasar la manguera una vez al día a los recipientes los conservas limpios.
Hasta este día los dos habían sido criados mediante
impronta humana por separado, quiero decir con esto, que apenas conocían algo más que a su criador y para mi
proyecto tenía que, no sólo presentarlos, sino que se tenían que tolerar o todo acabaría en desastre, así que decidí dejar que se vieran pero a
cierta distancia por que por otro lado ambos machos van dirigidos a proyectos
de cría y ambos como donantes
voluntarios, así que era imprescindible que
vieran a los humanos como sus congéneres y cualquier filtración en esta asociación podía entorpecer los resultados finales.
11 de julio; apenas son más que una bola de plumón, empezando a emplumarse y
con el único propósito de poder levantarse y dar unos cortos y tímidos pasitos, momento que aproveché para ponerles las muñequeras aylmeri, ya que con
esta edad se las puedes poner sin tener que abatirlos y además se acostumbran desde muy jóvenes a llevarlas sin crearles
futuras molestias.
12 de julio; a media tarde
sucedió una desgracia que casi me
hace renunciar a las crianzas campestres. Siempre he sabido el riesgo que se
corre con este tipo de crianzas pero creía tener casi todas las variables
cubiertas; no tengo gallineros ni palomares cercanos, no hay postes de luz
peligrosos, no hay carreteras con tráfico rápido, no existen casi depredadores alados ya que rara vez
se deja ver algún Águila Real por mi zona aunque no crían lejos, la veda está cerrada a estas fechas y aún así este coto es de caza mayor
excepto tres sorderos o becaderos, pero lo que no había calculado era la posibilidad de que un azor se estampara
contra mis propias ventanas creyendo ver un túnel para pasar por el medio
del mirador. Este pollo de azor criado en casa llevaba dos semanas suelto y ya
volaba de forma espectacular realizando entradas en los árboles propias de un salvaje o jugando con el viento con
subidas y bajadas igual que los halcones.
Los siguientes días intenté sobreponerme y continuar con
los demás pájaros ya que me costó tanto que incluso cerré a los tres halcones varios días hasta que tras meditarlo y
con ayuda de familia y buenos amigos decidí de nuevo soltarlos y
continuar con la crianza campestre.
Mientras tanto los pequeños azores iban emplumando y comenzando a investigar todo lo
que podían, les ponía juntos a ratos para ver sus respuestas, pero parecía lo más normal del mundo,
simplemente se lanzaban pequeños picotazos a las alas y
comenzaban a jugar, y eso era lo que quería, que jugasen para que a través de los juegos infantiles adquiriesen mucha más experiencias, agilidad, serenidad, etc., pero lo
importante es que era la base para que después una vez sueltos continuaran
haciéndolo y de esta manera se
obligarían a volar mucho más, tal como sucede con los halcones, hay mucha diferencia
entre lo que vuela un individuo solo en comparación con lo que vuelan varios ya
que entres ellos juegan mucho.
17 de julio; con dos negras y
casi tapados con las cortas plumas comienzo a enjardinarles en perchas atados a
ratos, ya que es muy importante que conozcan cuanto antes este estado y se
acostumbren a los perros, niños, nosotros, etc. El resto
del día los tengo sueltos en una
mesa y alrededores del porche. En esta edad comienzo a darles la comida en el
señuelo, 3 veces al día para que no les falte en ningún momento sus raciones de codornices y ratas. A su vez
utilizo el silbato en cada comida, herramienta indispensable ya que a veces se
pueden alejar mucho en la campestre y es muy necesario un buen silbato para que
te oigan.
25 de julio; asoma la tercera
negra y comienza la parte mas delicada de las crianzas campestres con azores.
Al contrario que los halcones que necesitan estar casi totalmente emplumados
para dar sus primeros vuelos, los azores con tres negras ya comienzan a volar
poniéndote los pelos de punta
viendo lo fácil que se pueden alejar y
quedar a merced de la noche, es más fácil de lo que uno cree, y me pasó en la primera campestre; siete de la tarde estás observando el pollo de azor dando pequeños vuelos de la mesa al árbol, del árbol al muro…y de repente sale volando y se
recorre 100 metros!!!! Con la cara de estúpido que se te queda por que
como todavía no volaba no le había puesto emisor, al menos si llevaba cascabel. Comienzo a
buscarle y por suerte lo encuentro, pero ahora viene lo peor y mas
desesperante, primero, tiene un susto que le va a durar media hora y segundo,
realmente no tiene hambre para bajar de ahí, y para mas inri, comenzaba a
anochecer y ni yo podía trepar ni el bajaba, así que con una impotencia que sólo los cetreros conocemos me
fui para casa rezando a Horus que no le pasara nada por la noche. Antes del
amanecer ya estaba debajo del árbol esperando ansioso oír el salvador sonido de los cascabeles y tras un rato
infernal los escuché, respiré de tranquilidad y confianza puesto que estaba vivo. Fue
amaneciendo y con el alba conseguí verle y empecé a llamarle, pero se quedó impasible. Viendo que estaba
bien y que no tenía hambre decidí irme a casa y llamarle desde el jardín que es lo que el consideraba su nido. Aguantó hasta las once de la mañana pero volvió el sólo, lógicamente tenía que hacerlo como lo hubiera
hecho en libertad.
Desde entonces lo vi claro;
debía corregir ese factor incontrolable
puesto que estaba seguro de que se volvería a repetir, de hecho con los
halcones también ocurre a veces, que se
quedan a dormir fuera por vuelos tempranos la mayoría ocasionados por sustos. Para evitar ese momento tan
angustioso recurrí a eliminar la posibilidad de
raíz, y decidí dejarlos atados a sus perchas desde la tercera negra, que
es cuando comienzan a dar los vuelos cortos, a la cuarta negra, momento en el
que ya vuelan muy bien eliminando los vuelos de novatos. El resultado fue un éxito y ya no tengo que preocuparme de unos valientes y
descerebrados adolescentes.
3 de agosto; al pasar los 50 días aparecen las cuatro negras y con ellas comienza la
campestre de verdad y una mezcla entre pasión, alegría, miedo, preocupación, y un sinfín de sentimientos
cruzados que únicamente se disipan con los
primeros vuelos. Al principio vuelan por el jardín como hace unos días solo que con otra alegría, y se toman sus ratos para
observarlo todo, esto les lleva como media hora o a veces media mañana pero tarde o temprano saldrán y comenzarán a dar vuelos cortos con
largas paradas investigando los alrededores.
A
diferencia de los halcones que van y vienen nada más comenzar sus primeros vuelos, los azores
tienen mucha más tendencia a quedarse en los alrededores llamándote y hay que dedicar mucho más esfuerzo, el primer y a veces los dos primeros
días en enseñarles a entrar al jardín o lugar elegido. Les cuesta bastante venir al
sitio pero una vez lo consiguen ya sabes que siempre lo van a hacer con la
consiguiente tranquilidad. Hay que tener en cuenta que de momento comen todo lo
que quieren diariamente, por eso ese primer vuelo y la ampliación de su territorio dejan entrever el poco hambre
que tienen, únicamente visible antes del anochecer momento en
el que la mayoría deciden entrar a la
llamada del señuelo.
Amanece un nuevo y rutinario día de agosto, saco a Rubio y Vicentín de la muda para pesarlos, 890 gr. y 880 gr., y seguido los paso a sus perchas en el jardín y los dejo atados, pongo los emisores y empiezo a retirarle a uno de ellos la lonja, tornillo y las dos pihuelas para ponerle unas pihuelas mas cortas y sin ojales, son una falsas pihuelas que sirven para que se acostumbren a llevarlas y para que en un determinado momento se les pueda sujetar, pero evitan la posibilidad de que se quedan enganchados en alguna rama. Una vez están los dos listos les acerco con el guante hasta el muro que delimita mi jardín y les dejo ahí para que observen los alrededores, lo que les lleva normalmente 10-20 minutos, para salir volando a un bosque de robles cercano situado a unos 300 metros.
Al igual que a los halcones, a los azores también les encanta volar en las primeras horas del día y por la tarde, evitando en lo posible las horas centrales del día momentos en los que permanecen a la sombra de frondosos árboles. A lo largo del día se les ve volar varias veces realizando desde pequeños movimientos cambiando de posaderos, ataques tanto jugando como algunos serios, jugando entre ellos dos, intimidando a rapaces mas grandes a las cuales no dudan en perseguirlas mas de un kilómetro y a veces a alturas de mas de 100 metros, etc.
Todos los ratos que tengo en el día me asomo al jardín para observarles, les llamo con un silbido mío no de silbato, y si no están muy lejos me contestan inmediatamente con el característico piar de los pollos de azor, pero no hacen por venir debido a que conocen perfectamente su horario, así que pian dos o tres veces y se callan lo cual me vale a mí para localizarles. Me suelo quedar mirando aunque no es fácil ver sus movimientos ya que todo transcurre en pocos segundos y si justo has mirado a otro lado te lo pierdes. Muchas veces los ves gracias a los chivatos naturales que son las aves cercanas, que en el momento que salen volando comienzan a dar los gritos de alarma para avisar a todo el mundo de su presencia y otras simplemente es casualidad.
Al llegar el atardecer, a las
siete y media aproximadamente, preparo dos señuelos con media codorniz y
media rata cada uno y comienzo a llamarles con el silbato desde el jardín, normalmente la respuesta es instantánea y acuden de la misma, primero suele entrar Vicentín como alma que lleva el diablo y en segundo lugar y
siempre haciendo una escala en unos árboles cercanos llega Rubio.
Ambos dos conocen perfectamente sus perchas, y es tan significante que si llega
uno y por nervioso coge el señuelo de la percha equivocada
lo deja inmediatamente y se va al suyo, algo que me llama mucho la atención del respeto que se tienen o simplemente de la mecanización. Según comienzan a comer, me acerco
suavemente con el equipo y comienzo a cambiarles las pihuelas falsas por las
buenas y atarlos a sus perchas mientras siguen comiendo. Una vez que terminan,
a ambos dos les encanta bañarse y beber agua, para después secarse al sol del atardecer.
Al ser la primera vez que
realizaba una campestre con dos azores a la vez y encima hermanos, he
querido investigar diferentes técnicas en busca de los mejores resultados. El principal
inconveniente que suelen tener las campestres con azores es el carácter tan avinagrado o mejor dicho asilvestrado que se les
queda, obligándonos a amansarlos una vez
terminada esta, lo cual no parece mucho trabajo si no se tiene en cuenta que lo
has criado durante dos meses a mano hasta que ha estado emplumado y después un mes de campestre, quiero decir, que llegado el momento
estás bastante cansado como para
hacer los amansamientos, aunque no es problema si es para otra persona, la cual
empieza simplemente realizando un pequeño amansamiento y ya tiene un pájaro hecho en la mayor parte de aspectos. Con los dos
hermanos he probado a soltar a Vicentín de continuo todos los días, sabiendo todas las ventajas y desventajas, y a Rubio sólo dos de cada tres días, o lo que es lo mismo, dos
días volaba y el tercero se quedaba en la percha todo el día, y lo cierto es que el resultado de esta prueba ha sido
muy satisfactorio, consiguiendo que Rubio, que no volaba todos los días, terminara con un carácter mucho mas manso evitando
el consiguiente amansamiento, aunque por el contrario físicamente se le nota un poco menos musculado que su hermano,
el cual parece un culturista por sus abultados pectorales.
Transcurrido
un mes aproximadamente desde que comenzaron a volar se termina de forma muy
sentimental, bajo mi punto de vista, puesto que siempre duele dejar de
disfrutar de esos vuelos en semi-libertad que tanto enamoran, por que al final,
no es ni mas ni menos, que la observación cercana y sin escondites de una especie tan
esquiva y siempre difícil de observar.
Finalizada este etapa, comienza la cetrería clásica, bajándoles un poco de
peso para terminar de amansarles y comenzar cuanto antes con los escapes y la
caza. Normalmente el peso de vuelo en la crianza campestre y el peso de caza
son muy parecidos, esto sucede porque durante la crianza campestre y sobre todo
al principio, hay que reducirles un poco el peso para que vengan a comer todos
los días a su hora y con prontitud, como ejemplo, a un
macho de azor apenas hay que bajarle 40 gr. para que empiece a funcionar, y
acabar la temporada volando en el peso de la CCC., así, Vicentín y Rubio, comenzaron la campestre en 890 gr. y
la acabaron en 870 gr. aproximadamente, y su peso inicial para cazar fue de
840-850 gr.
Como ambos iban destinados a
la cría en cautividad mediante
donación voluntaria de semen a
humanos, comencé rápidamente a llamarles al puño, y digo rápido por que normalmente se tarda meses o incluso años hasta que se les pasa del señuelo al puño para evitar los típicos problemas de un troquelado agresivo. Al principio los
saco una vez terminada la ración del señuelo, con una pequeña picada en el guante, a lo
que nunca responden con malas maneras por que primero, ya han comida su gorga,
y segundo, se acostumbran a que sólo haya una picadita. Con
varios días subiendo al guante con esta
picadita desde el señuelo, comienzo a llamarles al
guante desde su percha para salir a volar, esto sólo dos o tres días por problemas de territorialidad para que no se
calienten en su zona y se pongan agresivos. Con estos dos o tres saltos
conseguimos crear un estímulo para toda su vida que
consiste en que cuando pongamos el puño saltarán sin necesidad de comida desde su percha. Una vez aceptado
el nuevo método de alimentación se comienza en un posadero ajeno al jardín o muda, a llamarle al puño como con cualquier nueva
ave, pero siempre con picadas pequeñas y es muy importante no
poner nada grande o desatará toda la agresividad de
nuestro inmaduro socio. Personalmente yo sólo pongo una picada en el
guante y por llamada, de esta manera consigo nunca se queden buscando en el
guante ni agarrotados y es una ventaja en los comienzos de la caza que el
ejemplar a la hora de acudir al puño coma esa picadita y no se
ponga a buscar mas comida en el puño sino que de forma instantánea siga buscando su presa encerrada.
La respuesta no pudo ser
mejor, nunca había introducido tan rápido a un azor troquelado al puño y la verdad es que quitando los malos gestos iniciales
ninguno de los dos hermanos ha realizado el mínimo ataque hacía mí, ni llevan en mano, ni cubren
mucho en el guante, etc. Hay que decir que los dos son machos y con las hembras
es más delicado y por supuesto
mucho más peligroso.
Tanto a Vicentín como a Rubio los paré cuando llevaban voladas una
docena de palomas cada uno por problemas ajenos a ellos. Vicentín se fue con su dueño y criador para seguir
volando y cazando , y Rubio pasó a englobar parte de mí plantel de cría como futuro donante.
Las
crianzas campestres tanto controladas con improntados (CCC) denominadas así por el control diario de los ejemplares a la
hora de tratarlos y guardarlos a la noche, como las crianzas campestres totales
con parentales o improntados, caracterizadas por hacerse de forma continuada
hasta el momento de capturarlos, son una de las mejores técnicas actuales para acercar el estado físico y mental de nuestros amigos aliados a sus
parientes salvajes. Con este tipo de crianzas las aves aprenden un sinfín de habilidades que con la cetrería clásica les costaría muchos meses, años o incluso algunas jamás las aprenderán. Por eso la diferencia que existe entre este método y el tradicional es abrumador, es la técnica que más acerca a un ave de cetrería a conseguir la musculatura, habilidad,
agilidad y conocimientos del medio de sus congéneres salvajes.
Uno de los principales problemas a la hora de hacer una crianza campestre con improntados es su trabajo y preparación, debido a que se tiene que empezar por hacer un buen improntado, algo que es bastante mas difícil que hacer un parental, y además hay que sumarle la crianza campestre, por eso antes de empezar es bueno estudiar los pros y los contras y determinar si va a merecer la pena el esfuerzo que se le va a dedicar dependiendo del tiempo, lugar, presas, etc., que disponemos cada uno.
A continuación se señala una lista de las ventajas y desventajas que existen a la hora de realizar una crianza campestre controlada con azores:
Uno de los principales
problemas a la hora de hacer una crianza campestre con improntados es su
trabajo y preparación, debido a que se tiene que
empezar por hacer un buen improntado, algo que es bastante mas difícil que hacer un parental, y además hay que sumarle la crianza campestre, por eso antes de
empezar es bueno estudiar los pros y los contras y determinar si va a merecer
la pena el esfuerzo que se le va a dedicar dependiendo del tiempo, lugar,
presas, etc., que disponemos cada uno.
A continuación se señala una lista de las ventajas
y desventajas que existen a la hora de realizar una crianza campestre
controlada con azores:
Habilidades
aprendidas y ventajas:
• Consiguen
una musculatura, sistema respiratorio y otras cualidades físicas
semejantes a sus parientes salvajes.
• Dominan
el aire hasta tal punto que es un disfrute verles volar los días
de fuerte viento realizando subidas a grandes alturas y bajando en picado
jugando con total seguridad y las térmicas.
• Aprenden
a diferenciar las potenciales presas y lo que es más
importante también los depredadores.
• Habilidades
destacables tras muchos juegos de caza.
• Entran
en los árboles como verdaderos azores.
• Saben
realizar empuestas, una de las técnicas preferidas por los azores
salvajes pero que en cetrería se utiliza poco. Ésta
técnica
es una de las más efectivas de cuantas existen con los porcentajes
de acierto mas altos sobre todo en pluma. Los gavilaneros la conocen muy bien
por que sus aves la desarrollan muy pronto.
• El
fondo adquirido es sobresaliente en comparación con un ave de cetrería
musculada, en lo que a grandes distancias se refiere, capaces de hacer varios
kilómetros detrás de una posible presa, o realizar
ataques de empuesta a un kilometro, etc.
• Su
respuesta al señuelo es muy efectiva tanto auditiva como visualmente
puesto que se han criado con este método de forma natural.
• En
caso de que se vaya o se extravíe en casa se quedará
por la zona por que lo considera su territorio.
• El
ejercicio en si es muy enriquecedor tomando otra visión
de las aves y su comportamiento, es una experiencia increíble
para todo aquel que le gusten las rapaces o los animales en general.
• Una
vez hecha se puede realizar los siguientes años como método de entrenamiento al inicio de la
temporada.
Puntos
negativos o desventajas:
• Con
la crianza campestre los azores se asilvestran rápidamente y hay que realizar controles periódicos
tanto de peso como de mansedumbre. Este carácter asilvestrado se reduce mucho si la
campestre no es diaria sino combinando periodos de dos o tres días
de vuelo con uno de percha.
• Para
realizar la campestre con improntados es necesario emplear mucho tiempo, dos
meses para criar un pollo mediante impronta más al menos un mes, o lo que cada uno
quiera, de vuelo libre.
• Riesgo
de muerte, lesión o pérdida del ejemplar por casos como
carreteras cercanas de mucho tráfico, escopeteros, palomares,
gallineros, depredadores, etc.
La crianza campestre
controlada y la crianza campestre total, ambas son geniales y tienen el mismo
fin, pero existen entre ellas varias diferencias de las que voy a destacar las
más evidentes. La principal diferencia es que por lo general
la primera se realiza con improntados y la segunda con parentales. Otra
diferencia muy importante es la duración de cada una, mientras la
crianza campestre con parentales es más difícil de controlar y alargar en el tiempo, la crianza
campestre con improntados se puede alargar lo que cada uno quiera, además, se puede usar también como fase de musculación inicial en cada
temporada.
Gas, mi macho de Azor finlandés, vuela suelto al inicio de las temporadas y en un par de
semanas se pone muy fuerte, mucho mas que si lo volaría al puño. Cuando ves un pájaro ya mudado que tiene crianza campestre lo notas, tienen
una potencia de vuelo y una precisión tanto a la hora de manejar
el aire, como en sus maniobras, dignos de un ejemplar salvaje. Es difícil transmitir ese poder a alguien que no lo ha vivido y más a quien considera que los azores ya van bien como van y
nunca se molestarían en muscularlos.
En varias ocasiones,
Gas, con quien empecé y tuve la primera experiencia, ha demostrado los resultados
de este tipo de técnica dejando
atónitos a
cuantos le han visto volar. Recuerdo un día cerca de casa que junto a dos buenos amigos cetreros
decidimos echarle una paloma de escape, a la cual apenas le quitamos una
puntita del ala y la encerramos en un zarzal. El escape fue ideal, los perros
entraron desde nuestro lado obligándola a salir por el otro, de tal forma que el azor para
cuando vio la paloma esta ya estaba volando a varios metros con su consiguiente
ventaja. Como si de un muelle en tensión se tratará salió catapultado como sólo azores y gavilanes saben hacer, y comenzó una
persecución de infarto
en la que el azor le fue recortando la distancia que les separaba hasta que la
paloma decidió ascender,
usando la técnica mas
efectiva contra los azores, aún así Gas no se dio por vencido hasta casi un kilómetro de
persecución directa, en
parte ayudado por el desnivel del terreno que jugaba a su favor, una vez
abandonada la presa comenzó a hacer tornos a unos 80 metros de altura sobre unos robles,
una llamada de silbato y volteo de señuelo y de forma instantánea comenzó a venir teniendo que subir toda la ladera, que antes estaba
a su favor, recorriendo el kilómetro que nos separaba. Cuando llegó al señuelo uno de mis
amigos estaba asombrado por lo que acababa de presenciar, pero el otro, rápidamente
como buen observador nos dijo; “lo impresionante no es el vuelo que acaba de hacer, que ha
sido alucinante, lo realmente impresionante es que según ha llegado
se ha puesto a comer sin jadear lo más mínimo”, y es cierto este pájaro sólo jadeaba por otros motivos como sustos en el guante pero
jamás por volar.
En otra ocasión, y con
otros dos amigos en un coto donde solíamos cazar, debido a la ausencia de perdices ese día decidí volarle en
unos pinos a toro suelto, algo que practico mucho donde vivo en busca de las
becadas. Nada más soltarle se
fijó en un bando
de palomas que estaban comiendo en un sembrado a casi un kilómetro de
distancia y tras pensárselo un par de minutos, en espera del mejor momento para
actuar, salió realizando
la empuesta más larga que
yo he visto, y si no llega a ser por la cantidad de ejemplares y su
consiguiente facilidad para detectar un depredador, podía haber acabado
en éxito pero no
fue así y al llegar
se posó en una casa,
toque de silbato y con respuesta instantánea comenzó el regreso hacía nosotros algo que de nuevo impresionó por la
tremenda distancia a cubrir. Y es que como me han dicho en varias ocasiones, ¡no le costaba
volar! Esa es la impresión que da, puede comenzar una persecución tras una
perdiz que jamás la abandona
vuele lo que vuele.
Recuerdo
un lance a perdiz en la que teniendo el azor en el puño, se debatió y sin soltarle vi la perdiz que pasaba volando
a unos 80 metros de distancia y se perdía en el borde de un pinar donde comenzaba una
cuesta hacía abajo muy larga, acto seguido a la primera
debatida, solté pihuelas y comenzó la persecución sin ni siquiera ver donde estaba ya la perdiz
puesto que esta ya había pasado el borde del
pinar, yo respondí de igual manera, salí corriendo detrás para ayudar lo más rápido posible a
sacarle de nuevo la perdiz en caso de encerrarla, aunque sinceramente casi era
ridículo pensarlo. Al llegar al borde del pinar, había corrido unos 80 metros y ya no veía ni a la perdiz ni al azor, aún así, decidí seguir corriendo hacía abajo en la dirección que creí habían tomado los 400
metros aproximados, para terminar en una reguera que era muy querenciosa por
las perdices del entorno. Al llegar no tardé más que unos pocos
segundos en ver a Gas, subido en un poste de apenas un metro desde el cual
miraba la reguera como si de un setter haciendo la muestra se tratara, acto
seguido me metí en ella y comencé a patear y dar palmadas a la vez que maldecía por no tener los perros conmigo, pensando que
era imposible sacar la azorada perdiz, pero como en esta vida no hay nada
escrito, para mi sorpresa sucedió; la perdiz salió a unos 15 metros de donde estaba el azor a lo que
acompañé con la grita, pero no vi detrás el azor así que miré donde estaba posado y le vi debatiéndose colgado del poste, se me paró el corazón momentáneamente de la impotencia de verle en esa
situación, y en lo que subía de la zanja, el se soltó y no dudó en comenzar de nuevo el ataque tras la perdiz que
ya estaba a mas de 200 metros de distancia, no me creía la mala suerte, pero al verle volar me entró un subidón de adrenalina en el cuerpo que me ayudó a correr más viendo el esfuerzo de mi amigo. De nuevo
calculando donde podían haber parado, a unos
500 metros de distancia, veo a gas
posado en un zarzal haciendo equilibrios mirando de nuevo hacía abajo, esta vez la herida era más pequeña, sólo eran tres zarzales, no tenía escapatoria pensé.. y así fue, me acerqué y llamé a gas al puño, y una vez en él comencé a buscar la codiciada perdiz, la cual nos
arrancó con su sonado aleteo del último zarzal a unos 10 metros y esta vez Gas
salió como disparado y no la dejó volar ni 30 metros. Cuando observas algo así y sobre todo participas en ello, te quedas en
un estado de felicidad y poder indescriptible, y sólo echas de menos, como buen humano, el no tener
a alguien cerca para compartirlo y celebrarlo. Y es que sólo hay algo que sea mejor que un buen día de cetrería y es un buen día de cetrería en compañía de buenos amigos.